Los museos zacatecanos contemplan un terreno diverso dentro del ámbito de arte. Si nos vamos por orden, el Museo de Guadalupe (museo-de-guadalupe-zacatecas) que cubre los siglo XVII y XVIII, el Museo Francisco Goitia que cubre los siglos XIX y XX, en la etapa que le corresponde a Rafael Coronel son tres sectores, arte prehispánico, arte popular (siglo XVIII y XIX) y arte contemporáneo, después tenemos el Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez siglos XX y XXI cerca de nuestra época y al final un rico conjunto de arte universal desde el siglo IX ac hasta el siglo XXI, el Museo Pedro Coronel.
ZACATECAS Arte Regional
jueves, 20 de febrero de 2014
domingo, 16 de febrero de 2014
Mujeres en la Revolución Mexicana
La mujer empieza a salir de
los estrechos límites del hogar para desarrollar otras actividades, en tanto la
emancipación podía significar la renuncia de ellas a su función de esposas y
madres, con el proceso de industrialización en el porfiriato se abrieron las
puertas de fábricas, talleres, comercios, oficinas públicas y al magisterio,
para la participación de las mujeres.
miércoles, 4 de julio de 2012
ENRIQUE FERNÁNDEZ LEDESMA
ENRIQUE FERNÁNDEZ LEDESMA
BIOGRAFÍA
} Nació en Pinos, Zacatecas, el 15 de abril de 1888.
} Se educó en Aguascalientes, amigo de Ramón López Velarde, Manuel M. Ponce, entre otros.
} Estudia para escritor: ensayos, cuentos; crítico literario.
} 1919: “Con la sed en los labios” con influencia de López Velarde.
OBRAS
} Los viajes al siglo XIX (1933)
} Historia crítica de la tipología en la Ciudad de México (1937)
} Galerías de fantasmas (póstumo 1939)
} 19 monedas de cobre (cuentos)
CARGOS
} Subdirector y director de la Biblioteca Nacional de México (1929-1936)
} Promotor de la lectura en México.
} Transmisión radiofónica : “Mensajes bibliográficos y críticos de la Biblioteca Nacional de México”
} Instaló la Hemeroteca Nacional en la Capilla de la Tercera Orden.
} Especializado en las artes gráficas.
} Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua
Candelario Huizar (2)
CANDELARIO HUIZAR
BIOGRAFÍA
Nació el 2 de febrero de 1883, en Jerez, Zacatecas.
Fue cornista, compositor y pedagogo.
Inicia sus estudios musicales desde pequeño, con la instrucción de
Narciso Arriaga, director de la Banda Municipal de Jerez. (1892)
Se especializa en el estudio de la viola.
Forma un cuarteto de cuerdas en 1900.
Miembro de la banda de viento; forma parte de la Revolución
Mexicana.
Forma parte de la Banda de Música de la División del Norte
1917: llega a la ciudad de México.
1918: se inscribe en la Banda de Música del Estado Mayor
Presidencial.
Se inscribe al Conservatorio Nacional de Música.
1920: nombrado copista del Conservatorio Nacional de Música.
1924: se gradúa como cornista
y compositor.
Profesor de armonía e instrumentación.
OBRAS
Su obra consta de 373producciones
373 en total de 1922 a 1970
Cinco sinfonías
116 piezas se han tocado, algunos sólo una vez.
6% grabado.
POMEAS
SINFÓNICOS
Pueblarinas
Imágenes (1919): tercer lugar Concurso de Composición Nacionalista.
Estrenado el 26 de marzo de 1928, por la Orquesta Sinfónica Mexicana.
OTRAS OBRAS
Compone cinco sinfonías
Oxpaniztli , sinfonía no. 2 (1931)
Cora, sinfonía no. 4 (1942)
Surco (1931)
Sonata para clarinete y fagot.
MEDALLA
CANDELARIO HUIZAR
31 enero al 7 de febrero de 2010, Primeras Jornadas Candelario
Huizar, en Jerez, Zacatecas.
Teatro Hinojosa.
Fernando Villalpando Ávila
Fernando
Villalpando Ávila
Nació en esta
ciudad de Zacatecas, el 30 de mayo de 1844 y murió en este mismo lugar el 21 de
diciembre de 1902. Este gran músico nació en la ciudad de Zacatecas, el 30 de
mayo de 1844, en la calle de los Gallos, hoy 54 de la Galeana, hijo de padres
zacatecanos don Ignacio Villalpando dedicado al comercio y doña Victoriana
Ávila.
Ilustre
compositor de música. Fue Director de la Bandas de Zacatecas y Aguascalientes.
Figuró como violín concertista en la Opera Mexicana que dirigía don Miguel
Meneses. En 1883 dirigió las representaciones de la Opera que se presentó en
Zacatecas, donde actuaba la excelsa diva Angela Peralta. Entre todas sus
composiciones de variadas clases, se ha distinguido notablemente la Marcha
Fúnebre de González Ortega, que ha sido ejecutada en los funerales del Gral.
Grant, Victor Hugo, Lerdo de Tejada, Sadi Carnot, Guillermo I de Alemania,
Alejandro III de Rusia, Vicente Riva Palacio, Gral. Toch y en otras ocasiones
igualmente solemnes. FUENTE: Biografias de zacatecanos Ilustres, zacatecas,
1967.
Desde su
infancia dio muestras de inclinación hacia la música. A los once años de edad
ingresa a la Banda de Música del segundo Batallón de Zacatecas, a las órdenes
del general J. Jesús Gonz{alez Ortega, siendo dirigida por el maestro Juan
Nepomuceno Rosales, que le asignó el corno por instrumento después paso a tocar
clarinete y al final concluyó su vida de instrumentista como ejecutante de
violín.
Fernando Calderón y Beltran
Fernando Calderón y Beltran
Nació en la ciudad de Guadalajara, el 20 de
julio de 1809 y murió el 18 de enero de 1845 en la ciudad de Ojocaliente,
Zacatecas. (36 años).
Se considera, justamente, hijo de este
Estado de Zacatecas. A quien le consagró toda su vida e inteligencia. Fue un
distinguido abogado y poeta lírico y dramático. Ocupó los puestos de Diputado y
Presidente del Congreso del Estado, Magistrado del Supremo Tribunal de Justicia
del mismo Estado, Vocal de la Junta Departamental y Secretario de Gobierno, en
tiempo de la administración del señor Marcos Esparza, en cuyo empleo le
sorprendió la muerte. En la ciudad de Zacatecas se encuentran teatros uno de
ellos lleva su nombre.
CANDELARIO HUÍZAR GARCÍA DE LA CADENA
CANDELARIO HUÍZAR GARCÍA DE LA CADENA
Nació en el municipio de Jerez de García Salinas, Zacatecas, el 2 de febrero de 1883. Fue parte de una familia humilde, y sus primeras incursiones en el mundo de la música se dieron a partir de prácticas y clases con Narciso Arriaga, director de la Banda Municipal de Jerez. Se convirtió en miembro de bandas del viento y llegó a participar en el movimiento revolucionario mexicano. Se trasladó a la Ciudad de México a finales del año 1917, donde se estableció definitivamente. Se inscribió en el Conservatorio Nacional de Música, fue alumno de Aturo Rocha, Estanislao Mejía, Aurelio Barrios, Gustavo Campa, Rafael Tello, etc. Para el año de 1920 fue nombrado copista del Conservatorio Nacional. Se graduó de esta institución en el año de 1924, egresó como cornista y compositor. Más tarde lo nombraron profesor de las clases de armonía, composición e instrumentación.
Compuso numerosas piezas instrumentales. En 1951 ganó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Bellas Artes. Sus cuatro sinfonías forman parte del repertorio orquestal mexicano del siglo XX. Además, a partir del 2010 se realizan programas en Jerez, llamados “SURCO”, por uno de sus poemas sinfónicos. El último de los programas incluía a músicos como Evangelina Reyes, Camelia Goila, David Eduardo Rocha, Cristina Pestana, Juan Carlos Laguna, Alfonso Vázquez, etc.
También se extiende una convocatoria, llamada Medalla al Mérito Musical “Candelario Huízar”, realizada por el gobierno del Estado de Zacatecas, con el fin de premiar y reconocer a los músicos que destaquen por ser buenos compositores, ejecutantes, docentes o investigadores. La medalla de este año la recibió Francisco Venegas García.
Ramón López Valarde
Ramón López Velarde
Poeta zacatecano,
nacido en el pueblo de Jerez de la Frontera, en el año de 1888. Estudió la
carrera de Jurisprudencia en la ciudad de San Luis Potosí, al término de sus
estudios, en el año de 1914, se estableció en la capital del país, donde ocupó
algunos cargos como docente. De sus obras literarias se pueden nombrar las
siguientes, La sangre devota (1916), Zozobra (1919), La suave patria (1921), y
El son del corazón (1932), este último es un homenaje póstumo y en él se
recopilan sus poesías finales. Muere en el año de 1931.[1]
Lo característico
en la obra poética de Ramón López Verlade, según dice Alfonso Bullé Goyri, es
su indecisión entre el pueblo y la capital, sus poemas siempre se ven oscilando
entre estos dos espacios, entre las costumbres y los cambios, lo cerrado y lo
abierto, lo correcto y lo prohibido, etc. Es obvio que esto se debe a sus
cambios de habitación, siendo originario de un pequeño pueblo y de pronto salir
a una de las ciudades más grandes del mundo, influye en su visión de las cosas.
Es un artista impregnado del espacio que lo rodea.[2]
Así pues, la obra
poética de Velarde se ve envuelta en una seria percepción bilateral, la
influencia provinciana y metropolitana, que lo lleva a un conflicto decisivo y
contundente en su evolución como escritor. Veamos los siguientes poemas:
Noches de hotelSe distraen las penas en los cuartos de hoteles
con el heterogéneo concurso divertido
de yanquis, sacerdotes, quincalleros infieles,
niñas recién casadas y mozas del partido.
Media luz... Copia al huésped la desconchada luna
en su azogue sin brillo; y flota en calendarios,
en cortinas polvosas y catres mercenarios
la nómada tristeza de viajes sin fortuna.å
Lejos quedó el terruño, la familia distante
y en la hora gris del éxodo medita el caminante
que hay jornadas luctuosas y alegres en el mundo:
que van pasando juntos por el sórdido hotel
con el cosmopolita dolor del moribundo
los alocados lances de la luna de miel.
Mientras muere la tarde
Noble señora de provincia: unidos
En el viejo balcón que ve al poniente,
Hablamos tristemente, largamente,
De dichas muertas y de tiempos idos.
De los rústicos tiestos florecidos
Desprendo rosas para ornar tu frente,
Y hay en los fresnos del jardín de enfrente
Un escándalo de aves en los nidos.
El crepúsculo cae soñoliento,
Y si con tus desdenes amortiguas
La llama de mi amor, yo me contento
Con el hondo mirar de tus arcanos
Ojo, mientras admiro las antiguas
Joyas de las abuelas en tus manos.
Ingenuas provincianas: cuando mi vida se halle
Desahuciada por todos, iré por los caminos
Por donde vais cantando los más sonoros trinos
Y en fraternal confianza ceñiré vuestro talle.
A la hora del Ángelus, cuando vais por la calle,
Enredados al busto los chales blanquecinos,
Decora vuestros rostros -¡Oh rostros peregrinos!-
La luz de los mejores crepúsculos del valle.
De pecho en los balcones de vetusta madera,
Platicáis en las tardes tibias de primavera
Que Rosa tiene novio, que Virginia se casa.
Y oyendo los poetas vuestros discursos sanos
Para siempre se curan de males ciudadanos,
Y en la aldea la vida buenamente se pasa.
Con
estos dos poemas, nos damos cuenta de la distinción que hacía Velarde de estos dos lugares, y que la ciudad
y el pueblo fungieron papeles importantes como medios de desarrollo de su
poesía. El primer lugar le permitió perfeccionar y difundir sus poemas y
escritos, lo convirtió en uno de los pioneros de la poesía moderna en México.
El segundo, fue donde creció y convivió la mayor parte de su vida, el ambiente
campesino le era familiar y acogedor, de tal manera que le daba inspiración e
ingenio, pero simultáneamente le causaba conflictos internos.
El primer poema, titulado Noches de hotel, refleja la imagen de
Velarde sobre la vida en la ciudad, el sentido de sus contemplaciones y de la
impura e imperfecta metrópoli,
Media
luz... Copia al huésped la desconchada luna
en su azogue sin brillo; y flota en calendarios,
en cortinas polvosas y catres mercenarios
la nómada tristeza de viajes sin fortuna.
en su azogue sin brillo; y flota en calendarios,
en cortinas polvosas y catres mercenarios
la nómada tristeza de viajes sin fortuna.
Así pues, es triste vivir en la ciudad, vacío, sucio, incurable, enervante, etc. Difícil se dibuja la sufrida habitación del hotel, con su frialdad conspira contra el más fuerte corazón. Es ahí donde entra el lugar del “terruño”, el entrañable hogar y la familia como añoranza, en el segundo poema se imagina la tranquilidad del pueblo,
Noble
señora de provincia: unidos
En el viejo balcón que ve al poniente,
Hablamos tristemente, largamente,
De dichas muertas y de tiempos idos.
Bien se ve que la calidez y
tranquilidad de la provincia, calma y cura los dolores de la metrópoli, se
pierde en el disfrute de los calmados placeres campesinos y de la confianza de
los habitantes, todos conocidos. Pareciera embriagar, dulcemente se deja llevar
por la sencilla felicidad pueblerina. Así se ve en el contraste de los poemas,
pero para Velarde es más complejo que eso, se convierte en una parte
interesante, su preferencia no es a ninguno de los dos lugares, más bien los
fusiona. En el viejo balcón que ve al poniente,
Hablamos tristemente, largamente,
De dichas muertas y de tiempos idos.
Perdido
en dos mundos diferentes, Velarde logra aprovechar ese contraste y plasma las
imágenes de cada uno, los abraza y los vive en conjunto, pero con distinción,
están en su interior y hacen las paces viviendo en su complementación. Son,
pues, una esfera común que se pierde en el centro de este poeta, pero que brota
con la combinación de sus palabras y poemas. Aquí
está, el bien y el mal, la razón y la locura, la alegría y la desdicha, el goce
y el sufrimiento, caminan de la mano y ayudan a Velarde a vivir su vida. Ahí
está “El retorno maléfico”, su temor y amor por el pueblo lo confunden,
pareciera que se mece de un lado a otro sin decidir su lugar definitivo. Por
eso tiene miedo, por que no quiere permanecer en ninguno de los dos, prefiere
convivir en ambos mundos.
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